viernes, septiembre 24, 2010

Libro de protocolo. Leonardo Da Vinci

Sobre la ubicación de los enfermos en la mesa de mi Señor

Aquellos invitados que sufran las enfermedades más terribles, con lo que me refiero no a la peste, si no a aquéllos con sífilis o escrófula, así como aquéllos que sufran enfermedades debilitantes o vergonzosas, y aquéllos otros cubiertos de pústulas y heridas abiertas, no han de ser sentados ( a menos que sean hijos de papas o sobrinos de cardenales) junto a mi señor, pero sí son compañía adecuada de las personas de menor rango y los notables extranjeros, entre los que se les puede designar un asiento.

A aquéllos aquejados de hipos y de abundantes ruidos en la nariz, los que padecen ataques y agitaciones nerviosas y aquéllos otros con delirios, también mi señor prefiere apartarlos de su compañía pues su conversación le resultaría fastidiosa. Por esta misma razón no deben ser ubicados frente a otro con el mismo problema, pues se daría un espectáculo grotesco cuando intentasen hablar entre sí, habrá, entonces, que mezclarlos con los miembros menos importantes de la corte.

Mas a los invitados con mordeduras, los enanos y jorobados, los lisiados, los que no pueden moverse a su voluntad y los que se ven en la necesidad de ser llevados a la mesa, así como los que tienen la cabeza hinchada o muy pequeña, mi señor los encuentra aceptables y las permite sentarse junto a él.



Sobre la ubicación correcta de los asesinos en la mesa de mi Señor

Si hay un asesinato planeado para la comida, entonces lo más decoroso es que el asesino tome asiento junto a aquel que será el objeto de su arte (y que se sitúe a la izquierda o a la derecha de esa persona dependerá del método del asesino), pues de esta forma no interrumpirá tanto la conversación si la realización de este hecho se limita a una zona pequeña (…)

La habilidad de un buen asesino estará en que nadie note su tarea, excepto su víctima.
Después de que el cadáver (y las manchas de sangre, de haberlas) haya sido retirado por los servidores, es costumbre que el asesino también se retire de la mesa, pues su presencia en ocasiones puede perturbar las digestiones de las personas que se encuentren sentadas a su lado…”

Un buen anfitrión tendrá siempre preparado un nuevo invitado que estará esperando afuera el momento de sentarse a la mesa.

Bon appétit